Examinado las formas, opciones, la ética y los medios de
producción del conocimiento ahora preocupa la credibilidad. ¿Acaso no hemos sido
testigos que después de recopilar la información, se esperaba una cosa y
aparece otra? ¿No queda un sabor agridulce porque el trabajo no refleja lo que
realmente pasa allí, afuera? ¿Qué tan válidos son los resultados alcanzados? A
esto se atiene líneas abajo. ¡Cuán valido es el conocimiento alcanzado!
Después de la preocupación ética en la producción del conocimiento,
otro elemento importante es la validez. (Sandín, 2000) manifiesta que existen diversas
posturas para la revisión de la credibilidad y los estándares de validez. Es por
ello que, interesa responder las inquietudes ¿Qué hace que un producto de la
investigación sea válido o no? ¿Cómo se entreteje la credibilidad de la
investigación cualitativa? ¿Cuáles son las opciones?
Sandín expone algunas opciones que a la hora de investigar
habrá que excogitar acorde a la naturaleza de la investigación. Según este
autor la legitimidad de la investigación cualitativa es un asunto no tan
resuelto. Los criterios de validez están en constante revisión. Resalta el
criterio de Santos quien sostiene que hace falta indicadores de credibilidad.
Denzin citado por Sandín expresa que “… la investigación
cualitativa… afronta una doble crisis de representación y legitimación” Richardson
en cambio manifiesta que existe una crisis de legitimidad porque “supone una
mirada crítica hacia la utilidad de los tradicionales criterios de rigor
científico” (pág. 225). Eso significa que la validez sería una debilidad en cualquier
trabajo de investigación científica.
En este sentido, si una investigación no es verdadera y carece
de sentido no sirve para la toma de decisiones. La validez garantiza la
verdad como construcción, interpretación, consenso y confiabilidad. Mishler
asevera que la validez es “la credibilidad de observaciones, interpretaciones y
generalizaciones” (pág. 226). No acepta los criterios estándar para evaluar la
validez, sino la comprensión a través de tipos de validez: descriptiva,
interpretativa, teórica y evaluativa. Incluso autores como Wolcott agregan: “puesto
que no existe una correcta y única interpretación de la realidad… prefiere
hablar… de comprensión…” (pág. 227)
De todas maneras, describe como criterios de validez la
aplicación de criterios convencionales, paralelos o cuasi-fundacionales,
propios y para el mundo pos-moderno. En un trabajo de producción del
conocimiento habrá que recurrir a uno o más de estos criterios para garantizar la
credibilidad de la investigación.
¿Se apelará a los criterios convencionales utilizados por la
investigación positivista para validar la investigación cualitativa? En este
caso se tendría que enfocar la mirada más a lo metodológico que a lo epistemológico.
Hay quienes sostienen como dice Hammersley que el uso de criterios
tradicionales “son inadecuados” (pág. 229).
¿O tal vez es conveniente el uso de criterios paralelos o
cuasi-fundacionales? La pretensión de este criterio de validez es la generación de normas propias o concepciones alternativas, propias del paradigma cualitativo.
En esta línea Lincoln y Guba citado por Sandín consideran como algo clave para evaluar la validez "la reconstrucción de las perspectivas estudiadas y la demostración de que la interpretación del investigador es creíble para aquellas" (pág. 230).
¿No sería mejor la aplicación de criterios propios? En este
se caso nuevamente Lincoln y Guba exponen que la validez está ligada a criterios de autenticidad: ontológica, educativa, catalítica y
táctica. Ontológica en que lo humano es perfectible; educativa en que lo diverso no es divergente sino convergente; catalítica en el mejoramiento de una acción a partir de la evaluación y táctica en el empoderamiento de la acción. Estos elementos son criterios que contribuirían a la validez de la investigación.
O podría ser ¿los nuevos criterios para un mundo pos-moderno?
En todo caso como dice Hammersley “cualquier criterio debe ser heurístico”
(pág. 232) separado de las tradicionales posturas positivistas o
pos-positivista, incorporándola representatividad y legitimidad de la
investigación cualitativa. Lincon en la misma línea propone ocho criterios
emergentes: estándares, perspectiva epistemológica, la comunidad arbitro de la calidad, voz, subjetividad crítica, reciprocidad, dignidad humana y compartimento de beneficios.
Una vez que se haya decidido por uno de estos criterios para juzgar la validez del conocimiento generado. Siguiendo el discurso de Sandín habrá que fijarse en unos cuantos estándares de valoración de la investigación. Los estándares de validez resultan útiles en cuanto cumplen
tres funciones: economizar el pensamiento, proporcionar el punto de partida y
servir como vehículo de comunicación.
A esto habrá que recurrir para probar la validez de la
investigación cualitativa, ya sea en su forma de estudio bibliográfico, fenomenológico, teoría fundamentada, etnográfica o estudio de casos… dependiendo de la intencionalidad y naturaleza de la investigación.
Héctor Neto
Sandín, P. (2000). Criterios de Validez en la
Investigación Cualitativa: de la objetividad a la solidaridad. Revista de
Investigación Educativa, 10.
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