Todavía recuerdo cuando en los 90 inicie mi carrera profesional, la planificación didáctica se
reducía a un listado de contenidos, temas y subtemas, como componente principal.
En 1996 el currículo de Educación Básica inserta un nuevo componente, el
desarrollo de destrezas; sin embargo, la limitación fue que no se precisaba la
forma de enseñanza, ni la evaluación de este componente.
En el 2010 el
Ministerio de Educación actualiza el currículo de Educación General Básica,
cuyo corazón son las destrezas con criterios de desempeño, se clarifica la forma
de evaluar, a partir de los indicadores de logro; pero en algunas asignaturas,
especialmente Estudios Sociales y Ciencias Naturales, no se precisa la
metodología para el desarrollo de habilidades.
La preocupación de
todo sistema educativa actual, es el desarrollo del pensamiento. Esto solo es
posible gracias al aprendizaje de las habilidades y destrezas. Pero, si no está
claro los procesos de enseñanza y evaluación; situación muy compleja; la
educación lamentablemente continuará transmitiendo conocimientos. Por esta
razón, Zaccagnini (2014)
expresa que:
Las reformas parecen
terminar constituyéndose en huracanes cíclicos, dirigidos a introducir los
cambios pretendidos en el funcionamiento del sistema, que observan escasos o
muy fugaces efectos, ya que crean una ilusión de cambio, pero producen pocas
transformaciones reales y bastante desilusión en los actores. (p. 1)
En el 96 los
docentes tenían que desagregar objetivos, contenidos, destrezas y llenar matrices
de cruce; estaban tan entretenidos, pues aún no se contaba con el privilegio de la computadora. Incluso un docente jocosamente decía: “¡Ah, o sea que la
reforma curricular es empeorar la letra!, había tanto que escribir. Pero, en el
aula no pasaba nada.
En el 2010 con las
bondades de la tecnología, basta un copie, pegue, imprima y entréguese la planificación
didáctica. En el mercado educativo circulan CDs con las planificaciones listas,
a pedir de boca, de todos los grados, a punto, para subir al moderno sistema
informático. ¡Vaya reforma! Incluso fui testigo de
la osadía, que fue muy bien narrada por una estudiante de práctica pre profesional,
tuvo el coraje de decir lo que el sistema calla:
Pero, profesor porque
aprender diseño curricular, si cuando llegas a la escuela, los profesores te
dicen: ¡Aquí está todo! Cambie estos datos y suba a la plataforma… Además, en
el desarrollo de la clase para que la motivación, la experiencia, la reflexión…
es pasar tiempo, vaya directo al punto. Eso es lo que interesa… Un indicador
esencial de evaluación es la misma destreza cambiado la terminación del verbo... ¡Y ya!
Esto lleva a la elemental
conclusión: el diseño curricular es un documento administrativo y no pedagógico.
La planificación antes se redujo a la unidad didáctica y ahora al bloque
curricular. Lo escrito no necesariamente refleja a lo que va a ocurrir en el
aula. No existe claridad del porqué de cada componente curricular. No es lo mismo,
pero cambiado de palabras. De ser así, sería mejor no escribir. Es decir que las
reformas curriculares se quedan en el papel.
Al contrario, el diseño
curricular es el arte de gestión de la enseñanza – aprendizaje, mediante un
juego creativo de sus componentes. De tal forma que dan vida a lo que ocurre en
el aula. Cada componente curricular tiene su razón de ser; siempre la premisa
será: escribir menos y trabajar más. ¡Vaya reto!
Autor: Héctor Neto
Bibliografía
Zaccagnini, M. C. (1 de Enero de
2014). Reformas Educativas: espejismos de innovación. Revista
Iberoamericana de Educación, 1-21. Obtenido de
http://www.rieoei.org/deloslectores/338Zaccagnini.pdf