viernes, 19 de febrero de 2016

Las reformas curriculares de papel

Todavía recuerdo cuando en los 90 inicie mi carrera profesional, la planificación didáctica se reducía a un listado de contenidos, temas y subtemas, como componente principal. En 1996 el currículo de Educación Básica inserta un nuevo componente, el desarrollo de destrezas; sin embargo, la limitación fue que no se precisaba la forma de enseñanza, ni la evaluación de este componente.

En el 2010 el Ministerio de Educación actualiza el currículo de Educación General Básica, cuyo corazón son las destrezas con criterios de desempeño, se clarifica la forma de evaluar, a partir de los indicadores de logro; pero en algunas asignaturas, especialmente Estudios Sociales y Ciencias Naturales, no se precisa la metodología para el desarrollo de habilidades.

La preocupación de todo sistema educativa actual, es el desarrollo del pensamiento. Esto solo es posible gracias al aprendizaje de las habilidades y destrezas. Pero, si no está claro los procesos de enseñanza y evaluación; situación muy compleja; la educación lamentablemente continuará transmitiendo conocimientos. Por esta razón, Zaccagnini (2014) expresa que:
Las reformas parecen terminar constituyéndose en huracanes cíclicos, dirigidos a introducir los cambios pretendidos en el funcionamiento del sistema, que observan escasos o muy fugaces efectos, ya que crean una ilusión de cambio, pero producen pocas transformaciones reales y bastante desilusión en los actores. (p. 1)

En el 96 los docentes tenían que desagregar objetivos, contenidos, destrezas y llenar matrices de cruce; estaban tan entretenidos, pues aún no se contaba con el privilegio de la computadora. Incluso un docente jocosamente decía: “¡Ah, o sea que la reforma curricular es empeorar la letra!, había tanto que escribir. Pero, en el aula no pasaba nada.

En el 2010 con las bondades de la tecnología, basta un copie, pegue, imprima y entréguese la planificación didáctica. En el mercado educativo circulan CDs con las planificaciones listas, a pedir de boca, de todos los grados, a punto, para subir al moderno sistema informático. ¡Vaya reforma! Incluso fui testigo de la osadía, que fue muy bien narrada por una estudiante de práctica pre profesional, tuvo el coraje de decir lo que el sistema calla:
Pero, profesor porque aprender diseño curricular, si cuando llegas a la escuela, los profesores te dicen: ¡Aquí está todo! Cambie estos datos y suba a la plataforma… Además, en el desarrollo de la clase para que la motivación, la experiencia, la reflexión… es pasar tiempo, vaya directo al punto. Eso es lo que interesa… Un indicador esencial de evaluación es la misma destreza cambiado la terminación del verbo... ¡Y ya!

Esto lleva a la elemental conclusión: el diseño curricular es un documento administrativo y no pedagógico. La planificación antes se redujo a la unidad didáctica y ahora al bloque curricular. Lo escrito no necesariamente refleja a lo que va a ocurrir en el aula. No existe claridad del porqué de cada componente curricular. No es lo mismo, pero cambiado de palabras. De ser así, sería mejor no escribir. Es decir que las reformas curriculares se quedan en el papel.

Al contrario, el diseño curricular es el arte de gestión de la enseñanza – aprendizaje, mediante un juego creativo de sus componentes. De tal forma que dan vida a lo que ocurre en el aula. Cada componente curricular tiene su razón de ser; siempre la premisa será: escribir menos y trabajar más. ¡Vaya reto!
Autor: Héctor Neto


Bibliografía


Zaccagnini, M. C. (1 de Enero de 2014). Reformas Educativas: espejismos de innovación. Revista Iberoamericana de Educación, 1-21. Obtenido de http://www.rieoei.org/deloslectores/338Zaccagnini.pdf


jueves, 18 de febrero de 2016

¿Diseño curricular… teoría o práctica?

Es común escuchar que la teoría y la práctica no siempre caminan juntas. En toda situación la que prima es la teoría. Lo mismo ocurriría en el diseño curricular, como explica Guzmán y Rolando (2004):
En la perspectiva tradicional del currículo su construcción supone diseño, desarrollo… cada una de estas acciones elaboradas por separado, por actores diversos y con niveles de responsabilidad también… diferentes… esta práctica fragmentadora del sujeto escolar y de la institución escolar situada, contribuye al mantenimiento de las relaciones de poder autoritarias y verticalistas… (p. 126)

Lo descrito por estos autores resalta el viejo dualismo propio de la cultura occidental; se dice una cosa y se hace otra; unos prescriben y otros ejecutan; unos imponen y otros reproducen. De esta manera se replican las viejas tesis del idealismo o del pragmatismo.

La diferencia que parece irreconciliable se manifiesta entre el diseño y desarrollo curricular, porque suponen niveles distintos de acción del currículo. El de Educación Básica matizado más por la teoría, lo ideal, lo vasto y lo escrito en detalle. En tanto el desarrollo se caracteriza por lo práctico, lo real, lo concreto y vivenciado en tiempos reducidos.

Por otro lado, cada dimensión está sujeta a la responsabilidad de distintos actores; los mentores diseñan currículos desde su propia perspectiva, ajenos a lo que ocurre en el aula, carentes de lo real, diríase estéril; y, los que ejecutan también faltos de lo ideal, de la teoría, una suerte de caminar a ciegas.

Desde esta perspectiva tradicional, la escuela reproduce las relaciones de poder, unos piensan y otros actúan, unos mandan y otros obedecen; unos exigen y otros se quejan por el sobrepeso de la carga impuesta. Consciente o no el diseño replica lo que se denomina currículo oculto. Así se forja el statu quo, como algo común y normal.

Sin embargo, como reacción a ese exagerado dualismo, emerge la innovación, como una manera de hacer las cosas de modo distinto. No todo está perdido, existen propuestas curriculares activas, cognitivas, constructivistas, conceptuales, conectivistas, complejas y críticas. Estas constituyen perspectivas que generan rupturas epistemológicas a la usual forma de pensar y hacer en el aula.

En sí, el diseño curricular en cuanto proceso de reflexión da forma a los componentes del currículo: propósitos, contenidos, secuencia, metodología, recursos y evaluación; una especie de puente entre la teoría y la práctica. De esta forma se convierte en un espacio crítico, creativo y colaborativo de la arquitectura del aprendizaje, centrado en el sujeto de aprendizaje. Es un crear, recrear, esculpir y dar belleza al acto educativo; más allá de la simple transcripción, repetición, copia estéril y reproducción acrítica del currículo.

En fin, lo que se busca es enseñar a pensar… mecanismo elemental para el mejoramiento de la calidad de la educación. Como dice Pérez (2012) teorizar la práctica y experimentar la teoría o lo expresado por García (1984) citado por Moya (2003) "la teoría sola es estéril, y la práctica sin teoría, rutinaria y ciega" (p. 19). No es lo uno ni lo otro; sino las dos a la vez… 
Autor: Héctor Neto.

Bibliografía


Guzmán, A., y Rolando, P. (2004). Ruptura epistemológica en el saber pedagógico: la resignificación del episteme curricular. Redalyc. Obtenido de http://www.ugr.es/~erivera/WebColmena/paginas/Biblioteca/Complementarias/RolandoPinto.pdf
Moya, V. (2003). Teoría, Didáctica y Práctica de la Traducción. Recuperado de https://bit.ly/2yH8qrv
Pérez, A. (2012). Educarse en la era digital. Barcelona, España: Ediciones Morata.